En la actualidad, entender cuál es el desarrollo sensorial y motor de las
personas con Trastorno del Espectro del Autismo (en adelante TEA), es un reto
al que no se han dedicado muchas investigaciones. Las personas con TEA
presentan un grupo de alteraciones neuroevolutivas con gran variedad de
expresiones clínicas, siendo éstas consecuencias de disfunciones
multifactoriales en el desarrollo del sistema nervioso central. Se caracterizan
por la alteración de tres áreas principales: en la interacción social
recíproca, en la comunicación y en los patrones de conducta, además pueden
presentar intereses restrictivos, repetitivos y estereotipados.
Los aspectos sensoriales y motrices
no suelen ser considerados como eje esencial a la hora de la adquisición del
lenguaje verbal en niños con autismo, a pesar de que existe una clara
evidencia. Del mismo modo, que pueden ser otros factores los que incidan
negativamente en el desarrollo del lenguaje, aunque la mayoría de casos
comparten un origen común. En la literatura del tema en cuestión, encontramos
un equipo de investigadores de la Universidad
de Birmingham, los cuales han llevado a cabo una extensa revisión sobre
las investigaciones referentes al tema que nos ocupa (McCleery et al., 2013).
Dentro del cuadro diagnóstico del Trastorno del Espectro
del Autismo, encontramos que los únicos aspectos relacionados con problemas
motrices están ligados a conductas repetitivas y estereotipias motoras, tales
como: aleteos, movimientos rítmicos (mecerse), movimientos de manos… así como
anomalías posturales, caminar errático o rígido, andar de puntillas… Asimismo,
otras investigaciones ponen en manifiesto de una marcha “atáxica” en adultos
con autismo (Hallett et al., 1993), y la reducción de la estabilidad postural,
especialmente cuando se interrumpe la entrada somatosensorial (Minshew et al.,
2004). Los déficits en la estabilidad postural y la coordinación motora en los
individuos con TEA se confirmaron a través de un reciente meta-análisis
realizado por (Fournier et al., 2010).
Cada vez son más los profesionales que hablan sobre los
desórdenes sensoriales relacionados con los TEA. Además, se considera que el
lenguaje es movimiento, y que éste entra dentro de las habilidades motrices. La evaluación del desarrollo neuropsicomotor permite conceptualizar los
comportamientos observados en el desarrollo según una clasificación amplia que
va desde los movimientos reflejos mecánicos y automáticos hasta los movimientos
coordinados complejos. Al mismo tiempo, cabe destacar que uno de los órganos
relacionados con la coordinación muscular, el mantenimiento del equilibrio y el
tono muscular es el cerebelo. Puesto que, éste contiene el mayor número de
neuronas y sinapsis de cualquier estructura en el Sistema Nervioso Central.
Como se ha comentado anteriormente éste está relacionado con las funciones
cognitivas superiores, inclusive el lenguaje. El cálculo de la energía del
cerebelo es esencial para el desarrollo motriz adecuado, pero en las personas
con TEA la mayor parte de los procesos están perturbados, provocando
dificultades en el lenguaje y la comunicación, en las interacciones sociales,
así como un comportamiento estereotipado (Hampson y Blatt, 2015).
Figura
1: (A) Regiones neuronales y los mecanismos implicados en
el funcionamiento motor y de la percepción motor de acción, y (B) la
coordinación y la conectividad neuronal sensoriomotora y la palabra y el
funcionamiento del lenguaje. Foto: Copyright © 2013 McCleery,
Elliott, Sampanis and Stefanidou.
Ahora bien, si realizamos un buceo bibliográfico
podemos encontrar que el desarrollo psicomotriz se fundamenta principalmente en
(Wallon, 1964) y (Piaget, 1965) quienes unieron lo psíquico y lo motriz como un
todo. La teoría piagetiana afirma que la inteligencia se construye a partir de
la actividad motriz, todo el conocimiento y el aprendizaje se centra en la
acción del niño sobre el medio, así como las experiencias a través de su acción
y movimiento. Por lo que el movimiento corporal juega un papel importante en el
desarrollo psicomotriz del niño, puesto que éste les permitirá interactuar con
sus iguales y con el medio que les envuelve.
Frecuentemente, podemos encontrar en esta población dificultades de
hipersensibilidad que han llevado a algunos investigadores a proponer las
dificultades sensoriales como el factor primario en muchas de las
manifestaciones del autismo. En la misma línea, las dificultades motrices de
carácter dispráxico, también se han propuesto como limitaciones sustanciales
que afectarían al juego, la exploración del entorno y sus habilidades de
conducta adaptativa. Por otra parte, son muchos los estudiosos que apoyan la
idea de que en los trastornos del desarrollo neurológico se producen
dificultades para la representación e integración del input sensorial. Por lo que proponen que para actuar sobre este
déficit se deberá trabajar con los niños desde experiencias sensoriales
planificadas y controladas que promuevan la estimulación vestibular,
propioceptiva y/o táctiles y que permitan desarrollar respuestas funcionales.
Finalmente, cuando se mencionan las características de los niños con
trastornos del desarrollo neurológico específicamente con TEA, nos encontramos
con dificultades en la comunicación verbal y no verbal, repertorio restringido
de intereses y comportamientos, alteraciones sensoperceptuales como se ha
comentado con híper o hiposensibilidad frente a estímulos auditivos, visuales y
táctiles, además de la presencia de movimientos estereotipados.
Extraído del Trabajo de Investigación que lleva como título "La integración sensorial y motriz y su relación en la comunicación y los aprendizajes de los alumnos con Autismo" de Rubén Sánchez Perucha en su Trabajo Final de Máster en Neuropsicología y Educación.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Fournier, K.A.,
Hass, C.J., Naik, S.K., Lodha, N., y Cauraugh, J.H. (2010). Motor coordination
in autism spectrum disorders: a synthesis and meta-analysis. Journal of
Autism and Developmental Disorders, 40, 1227–1240.
Hallett, M.,
Lebiedowska, M.K., Thomas, S.L., Stanhope, S.J., Denckla, M.B., y Rumsey, J.
(1993). Locomotion of autistic adults. Archives of Neurology, 50,
1304–1308.
Hampson, D.R., y
Blatt, G.J. (2015). Autism spectrum disorders and neuropathology of the
cerebellum. Frontiers in Neuroscience, 9, 420.
McCleery J.P.,
Elliot N.A., Sampanis, D.S., and Stefanidou, C.A. (2013). Motor development and
motor resonance difficulties in autism: relevance to early intervention for
language and communication skills. Frontiers
in Integrative Neuroscience
Minshew, N.J.,
Sung, K., Jones, B.L., y Furman, J.M. (2004). Underdevelopment of the postural
control system in autism. Neurology, 63, 2056-2061.
Piaget, J.
(1965). La formación del símbolo en el niño. México: Fondo de
Cultura Económica.
Wallon, H.
(1964). Del acto al pensamiento. Ensayo de Psicología comparada. Buenos
Aires: Láutaro.